Historia y antología de la literatura
hispanoamericana – Santiago Velasco
LITERATURA PREHISPÁNICA
CAPÍTULO 2.
Literatura prehispánica
2.1. Cultura náhuatl
Antes de
la llegada de los españoles a América, distintas culturas amerindias florecieron
en el continente. Uno de las más importantes centros políticos y culturales era
el constituido por el
imperio
azteca, que a comienzos del siglo XVI ejercía su dominio sobre una amplia
región al sur del actual estado de México mediante un conglomerado de ciudades -
estado, de las cuales la principal era Tenochtitlán (gobernada por el mítico
emperador Moctezuma). Anteriormente, los toltecas habían sido el pueblo
con mayor
desarrollo cultural en Mesoamérica, hasta que fueron subyugados por los aztecas
en el siglo XIII. Pese a estar enfrentados por el dominio territorial, todos
estos pueblos mesoamericanos compartían una cultura y una lengua común:
náhuatl o
mexicatlahtolli “lengua mexicana”.
Según una antigua leyenda náhuatl,
Quetzalcóatl, la “serpiente emplumada”, era el dios pacificador, que desertó
por su propia voluntad al haber cometido una serie de excesos, no sin antes advertir
a su pueblo de que algún día regresaría para castigar a todos los espíritus
malignos que le hicieron pecar. Esta leyenda quedó muy arraigada en la
conciencia popular de los pueblos mesoamericanos, de forma que los aztecas, a
la llegada de los primeros conquistadores españoles, y al verlos tan diferentes
a ellos (con barbas y piel blanca), creyeron que se trataba de dioses que
venían a arrasar sus pueblos por los pecados cometidos por sus antepasados (el
propio Moctezuma creyó ver en Hernán Cortés la personificación de Quetzalcóatl,
lo que explicaría su pasividad ante los
Invasores españoles).
Aprovechando esta leyenda y las luchas internas entre los pueblos
mesoamericanos, Hernán Cortés
(con la ayuda de grupos indios enfrentados a los
aztecas, como los tlaxcaltecas y
los totonacas) pudo conquistar finalmente Tenochtitlán y derrotar al imperio
azteca en 1521, creando el primer gran centro español de difusión política y
cultural en América: el Virreinato de Nueva España.
Pese a la
conquista del imperio azteca, los españoles salvaron la cultura náhuatl de su total
desaparición mediante la transcripción en caracteres latinos de sus textos literarios
conservados (muchos documentos anteriores a 1430 fueron destruidos cuando el
emperador azteca Itzcóatl acabó con la hegemonía de los tepanecas en Mesoamérica).
De esta forma, se sabe que todas las expresiones vitales del mundo náhuatl se
manifestaban en el
marco de una visión religiosa. Los pueblos mesoamericanos interpretaban el mundo
como resultado de violentas intervenciones divinas, de luchas encarnizadas
entre los dioses.
Únicamente
Quetzalcóatl, el dios de la vida, era considerado como una divinidad
protectora, casi maternal, en contraste con la dureza inexplicable de los demás.
A través
de los testimonios literarios conservados de la cultura azteca (como la
colección de canciones y poemas del siglo XVI conocida como Cantares mexicanos,
que relatan el encuentro con los españoles), se sabe que la poesía constituía
el género más importante de la literatura náhuatl. Existían tres clases de
poemas, que poseían un trasfondo esotérico, un doble significado: sagrados (ofrecidos
por el poeta a las divinidades
en señal
de respeto), épico-religiosos (cuyos temas eran la creación del mundo, las
luchas entre los dioses y la celebración de los héroes) y líricos (que giraban
en torno a la muerte, el amor y la amistad). La prosa náhuatl estaba formada
por un corpus de obras en su mayoría didácticas, aunque también históricas y religiosas.
El teatro se desarrollaba bajo la forma de danzas y
canciones
con las que los indios solemnizaban los momentos más importantes de su vida, honraban
a sus dioses y rogaban sus favores, rendían homenaje a la tierra solicitando cosechas
abundantes o simplemente alegraban su existencia.
2.2.
Cultura maya
Al este del territorio náhuatl,
en la actual península de Yucatán y Guatemala, los mayas desarrollaron una
impresionante civilización que alcanzó su auge en el siglo X (aunque se conservan
de ellos escasos testimonios literarios, en su mayor parte textos cosmogónicos
e históricos). Se trataba de un conglomerado de pueblos con una lengua común,
el maya, de
costumbres austeras y organizados
según una rígida jerarquía,
que crearon una civilización todavía
más avanzada que la náhuatl.
Los mayas poseían profundos
conocimientos matemáticos y astronómicos, lo que les permitió elaborar un exacto
calendario.
Tras la conquista española, la
cultura de los pueblos mayas fue preservada mediante la transcripción en
caracteres latinos de los textos originales pictográficos en los diferentes
dialectos de la región. La mayoría de ellos son obras en prosa, cuya finalidad
era conservar la memoria histórica de la civilización maya (linajes reales y textos
sagrados), como la crónica.
Títulos
de la casa Ixquin-Nehaib, señora del territorio de Otzoya,
de la primera mitad del siglo XVI, en la que se describe con tonos épicos la
resistencia indígena frente al conquistador español Pedro de Alvarado. Los dos
libros más importantes de la
literatura
maya son Chilam Balam (crónica histórica de este pueblo) y Popol Vuh (libro de
las antiguas leyendas de los mayas quiché, que arranca desde el origen del
mundo). Al igual que en la cultura náhuatl, también entre los mayas existió un teatro
primitivo formado por danzas y cantos, muy condicionado por el ritual
religioso. Los testimonios de la poesía maya que se han conservado son muy
escasos.
El
siguiente fragmento del Popol Vuh describe el proceso inicial de creación del
mundo por parte de los dioses, con la separación de las aguas en valles y
montañas (posteriormente, estos dioses crearían los animales y finalmente el
hombre):
He aquí
el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo tranquilo, todo inmóvil, todo
apacible, todo silencioso, todo vacío, en el cielo, en la tierra. He aquí la
primera historia, la primera descripción. No había un solo hombre, un solo
animal, pájaro, pez, cangrejo, madera, piedra, caverna, barranca, hierba,
selva. Sólo el cielo existía. La faz de la tierra no aparecía; sólo existían la
mar limitada, todo el espacio del cielo. No había nada reunido, junto. Todo era
invisible, todo estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado.
Solamente el agua limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada. Nada
existía. Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la noche.
Sólo los Constructores,
los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los
Engendradores, estaban sobre el agua, luz esparcida. Sus símbolos estaban
envueltos en las plumas, las verdes; sus nombres gráficos eran, pues,
Serpientes Emplumadas. Son grandes Sabios. Así es el
cielo,
así son también los Espíritus del Cielo; tales son, cuéntase, los nombres de
los dioses. Entonces vino la Palabra; vino aquí de los Dominadores, de los
Poderosos del Cielo, en las tinieblas, en la noche: fue dicha por los Dominadores,
los Poderosos del Cielo; hablaron: entonces celebraron consejo,
entonces pensaron, se comprendieron, unieron sus palabras, sus sabidurías.
Entonces se mostraron, meditaron, en el momento del alba; decidieron construir
al hombre, mientras celebraban consejo sobre la producción, la existencia, de
los árboles, de los bejucos, la producción de la vida,
de la existencia, en las tinieblas, en la noche, por los Espíritus del Cielo
llamados Maestros Gigantes. Maestro Gigante Relámpago es el primero. Huella del
Relámpago es el segundo. Esplendor del Relámpago es el tercero: estos tres son
los Espíritus del Cielo. Entonces se reunieron con ellos los Dominadores,
los Poderosos del Cielo. Entonces celebraron consejo sobre el alba de la vida,
cómo se haría la germinación, cómo se haría el alba, quién sostendría,
nutriría. “Que eso sea. Fecundados. Que esta agua parta, se vacíe. Que la tierra
nazca, se afirme”, dijeron. “Que la germinación se haga, que el alba se haga en
el cielo, en la tierra, porque no tendremos ni adoración ni manifestación por
nuestros construidos, nuestros formados, hasta que nazca el hombre construido,
el hombre formado”: así hablaron, por lo cual nació la tierra. Tal fue en
verdad el nacimiento de la tierra existente. “Tierra”, dijeron, y en seguida
nació. Solamente una niebla, solamente una nube fue el nacimiento de la
materia. Entonces salieron del agua las montañas: al instante salieron las
grandes montañas. Solamente por Ciencia Mágica, por el Poder Mágico, fue hecho
lo que había sido decidido concerniente a los montes, a las llanuras; en
seguida nacieron simultáneamente en la superficie de la tierra los cipresales,
los pinares.
Y los
Poderosos del Cielo se regocijaron así: “Sed bienvenidos, oh Espíritus del
Cielo, oh Maestro Gigante Relámpago, oh Huella del Relámpago, oh Esplendor del
Relámpago”. “Que se acabe nuestra construcción, nuestra formación”, fue respondido.
Primero nacieron la tierra, los montes, las llanuras; se pusieron en camino las
aguas; los arroyos caminaron entre los montes; así tuvo lugar la puesta en
marcha de las aguas cuando aparecieron las grandes montañas. Así fue el
nacimiento de la tierra cuando nació por orden de los Espíritus del Cielo, de
los Espíritus de la Tierra, pues así se llaman los que primero fecundaron,
estando el cielo en suspenso, estando la tierra en suspenso en el agua; así fue
fecundada cuando ellos la fecundaron: entonces su conclusión, su composición,
fueron meditadas por ellos.
Popol Vuh (capítulo
2).
2.3. Cultura inca
En la
cordillera de los Andes, en los actuales territorios de Perú, Ecuador,
Bolivia y parte de Chile, los incas desarrollaron una civilización tan avanzada
como la de los pueblos aztecas y mayas de Mesoamérica, y en el siglo XIV constituyeron
el imperio más extenso de la América precolombina, tras unificar a todas las
poblaciones de esta inmensa región andina bajo una lengua común, el quechua.
El origen
de los incas está rodeado de mágicas leyendas: ellos mismos se
decían “hijos del sol”, y por lo tanto reivindicaban su origen divino. Al morir
el último emperador inca, Huayna Cápac, el imperio quedó dividido entre sus
hijos Huáscar y Atahualpa, que se enfrentaron en una sangrienta guerra civil
por el control de todo el territorio inca, lo que fue aprovechado por Francisco
Pizarro para derrotar a este último en 1532 e instaurar el Virreinato del Perú.
Los incas
no dejaron ningún documento literario, ya que el quechua carecía de
representación escrita (tanto fonética como pictográfica), por lo que los únicos
testimonios de su cultura provienen de cronistas y religiosos españoles e
indígenas, como
el noble
inca Felipe Guamán Poma de Ayala (1534-1615), autor de Nueva crónica y buen
gobierno (1615), en la que critica duramente el dominio colonial español en el
Perú. Gracias a estas crónicas, se sabe que la literatura quechua mostraba preferencia
por la poesía. Existían dos clases de poetas en la sociedad inca: el amauta―filósofo-poeta
imperial que escribía composiciones de carácter social o colectivo llamadas haylli,
relacionadas con los ciclos de la naturaleza y la agricultura―y los harawicu―poetas
populares que componían obras más individuales, los arawi (o harawi), cantos
por la pérdida de la amada. Otras formas poéticas menores eran el wawaki (poema
dialogado), el taki (canción poética) y el arauway (poesía burlesca).
La expresión
lírica más completa de los incas
era el wayñu
(forma artística compuesta por música, poesía y danza). El teatro inca estaba
formado principalmente por tragedias y comedias que los amautas componían y representaban
en las grandes solemnidades ante el emperador y su corte; la única obra de
época prehispánica que se ha conservado es el llamado Ollanta y (perteneciente
al género del wanka o drama histórico), publicado por primera vez en español en
1868.
La prosa quechua,
de carácter religioso y narrativo, giraba en torno a leyendas, fábulas y relatos
de la cultura inca que se conservaron gracias a la tradición oral.
Resumen
Antes de
la llegada de los españoles a América, distintas culturas amerindias florecieron
en el continente. Las más importantes fueron las de los aztecas (sur de México),
mayas (península de Yucatán y Guatemala) e incas (Andes), que poseían una rica
literatura formada por poesía y prosa. Pese a ser conquistados, los testimonios
literarios de estos pueblos amerindios que se preservaron en español pasaron a enriquecer
la posterior literatura hispanoamericana en forma de leyendas, tradiciones y mitos.
Autoevaluación
1) ¿Por qué Hernán Cortés pudo
derrotar finalmente al imperio azteca?
2)
¿Qué
efecto tuvo la conquista española sobre la literatura amerindia?
3) Investiga los siguientes nombres
de emperadores y dioses aztecas, mayas e incas:
CULTURA
AZTECA
Quetzalcóatl
Huitzilopochtli
Coatlicue
Tláloc
Nezahualcóyotl
Moctezuma
CULTURA
MAYA
Itzamná
Ahau Kin
Buluc
Chabtan
CULTURA
INCA
Viracocha
Pachamama
Mama
Quilla
Inti
Pachacuti
Túpac
Yupanqui
4) El Popol Vuh, libro sagrado de los mayas,
describe la creación del mundo y del hombre (motivo por lo que ha sido
comparado con la Biblia). Tras crear primero la tierra y los animales, los
dioses emplearon barro y madera para dar forma al ser humano, hasta que
finalmente crearon el hombre de maíz. Tras leer el fragmento incluido en 2.2,
resume en pocas líneas el relato sobre la creación del mundo según el Popol Vuh
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